Salir de la zona de confort
El “romper” de la semilla
¡Uf, cuánto esfuerzo! ¿Podría pensar eso el germen antes de romper la cáscara que le permita salir al exterior y crecer? Si se quedara en la queja ¿podría desarrollarse? ¿Es capaz por sí sola de salir? La vida ya está en la semilla. Ella es vida, engendra vida y da vida. Un pequeño grano de mostaza puede dar un gran árbol. Si se dan el ambiente adecuado (luz, humedad, nutrientes, agua) alcanzará, si llega a romper la cáscara, todo su esplendor. ¿Sucede siempre así? En ocasiones corazones solitarios alcanzan metas de forma inexplicables ¿Cómo pudo crecer tanto? Se preguntarán algunos.
No deja de sorprenderme ver, – en medio de un seco terreno, cubierto de piedras que estorban el crecimiento- , brotar una planta con toda su belleza. ¿Será el fruto del esfuerzo, la constancia, la disciplina, objetivos claros y, por supuesto, profundas reflexiones antes de la acción y no poco sufrimiento. ¿Qué es lo que hace que unos lleguen y otros se queden a medio camino? Algunos se quedaron en el “sinofuera” , otros “no tuve suerte”, otros “no era el momento”, otros “no tenía que ser así”. ¿Excusas para no asumir responsabilidades? ¡Romper la semilla! ¡Cuán bello objetivo! Cierto es que salir fuera de la cáscara conlleva dejar la zona de confort y lanzarse hacia una zona de expansión pero también de riesgo, de peligros. Pero ¿qué sucedería si esa semilla decide quedarse en ese interior que en su momento le dio vida y crecimiento? Antonio Gutiérrez