Hay cierto “color” que incomoda a más de uno. Una llamada del banco nos recuerda que hemos sobrepasado nuestro saldo. A partir de ese momento los intereses por estar “en descubierto” van a ir en aumento. Alguna compra fuera de tiempo, algún capricho o quizás una necesidad creada ha acabado con nuestro saldo. Los números rojos hacen su aparición. Pudiendo superar el precio que hemos pagado por el objeto comprado, si no solventamos a tiempo la situación.
Nuestro cuerpo nos da mucho crédito durante años. Su maquinaria es casi perfecta. Su sistema informático, el más avanzado. No superado hasta hoy por ninguna ingeniería avanzada. Le exigimos cuando trasnochamos demasiado, abusamos de él castigando el hígado o los riñones (bebidas alcohólicas, estimulantes, exceso en la alimentación), etc.. También cuando damos rienda sueltas a las emociones negativas: rencores, odio, envidias, celos.
El cuerpo nos avisa para decirnos que estamos acabando el saldo.. Podemos traducir sus avisos por números rojos: ¡Alerta! Tu economía está tocando fondo.
Cada síntoma ( dolor de cabeza, trastornos digestivos, tensiones musculares, insomnio, etc…) es una señal de que algo está pasando en nuestro organismo.
¿ Echar a la papelera la carta del banco que le notifica sus números rojos le solucionaría el problema? Sin embargo lo hacemos con la salud. No prestamos atención a los números rojos. Hacemos caso omiso de sus cartas y continuamos con los mismos hábitos negativos que nos hacen menguar la salud.
Algunos tienen la costumbre de pedir prestamos para quitar los números rojos. Números que se han ido sumando poco a poco. Pregunto: ¿ Si no pudieron pagar esas cantidades mínimas como van a pagar un préstamo mayor? Digo, yo.
Durante largos periodos de tiempo descuidamos nuestra salud. Luego, de repente nos da la neura de apuntarnos a un gimnasio. Incluso a varias actividades al mismo tiempo para aprovechar la cuota que uno paga. Con el consiguiente riesgo de sobrecarga muscular y agotamiento, tanto por la falta de adaptación como por el exceso de ejercicio en un cuerpo que no está acostumbrado. ¿Cuánto tiempo dura esa euforia? Aproximadamente el 65% de los que se apuntan a un gimnasio lo dejan antes de cuatro meses.
La mejor inversión es el ahorro constante. Gastar menos, usarlo con inteligencia, no derrochando en aquellas cosas superfluas de las que no tenemos realmente una necesidad.
En la salud igual: cuidarse el día a día, no exigirle al cuerpo más de lo que tiene, conocer su lenguaje para entender cómo se encuentra. Escuchar sus llamadas de auxilios para ponernos en marcha, buscando soluciones. No nos conformemos en pedir prestamos, especialmente cuando están muy altos. Puede que el precio que usted pague por no cuidarse sea más caro que el que tendría que pagar para no perder la salud.
Sea buen economista..