Ejercicios prácticos para estimular la memoria y mantener activo lo aprendido
Después del descanso veraniego y la vuelta a la normalidad ( trabajo, estudios) empecemos con buen pie (con buena cabeza) y no permitamos que nuestra mente y nuestra memoria queden afectada por la falta de actividad.
Existen muchas técnicas distintas para estimular la memoria y recordar lo que se ha aprendido. Algunos leen una vez y otra, otros subrayan lo más importante, otros hace esquemas y resúmenes, otros “se montan una película” pasando a ser protagonistas de la historia, por ejemplo. Todas ellas válidas. Algunos de los puntos a tener en cuenta respecto a la memoria es que se produce en tres fases básicamente: registro, almacenamiento y evocación. En este momento que el lector se centra en esta información está registrando, si le interesa lo guardará ( almacenar), pero para que podemos volver a recordarlo es necesario dar algunos pasos más: evocar y actuar. Cuando hablamos sobre lo que hemos aprendido, estamos evocando, al igual que cuando lo escribimos en forma de resumen o mentalmente repasamos lo aprendido. Por acción entiendo, poner en marcha lo aprendido, que no quede en el terreno de lo teórico. Aprendemos a caminar, caminando. Aprendemos a hacer, haciendo. No nos sirve decir “lo entendí”, ahora hay que ponerlo en práctica. ¡ Cuántas veces hemos aprendido algo y por la falta de uso lo hemos olvidado! Repetir y repetir, hacer y volver a hacer.
Se dice que como mejor se aprende es enseñando. ¡Cuánta verdad en tan pocas palabras!
Al enseñar evocamos, al enseñar repasamos, al enseñar no oímos…nos damos más cuenta de lo que sabemos.
Escribir nuestros pensamientos, volver a repasarlos pasado un tiempo. Escribir nuestras conversaciones y volver a revisarlas. Ver películas de nuestra infancia, comentar fotografías, revivir las vacaciones, revivir los momentos más importantes de nuestra vida.
Vivir el futuro hoy: proyectar nuestros objetivos, grabarlos en nuestra memoria. Compartir con otros nuestros ideales, nuestra convicciones, nuestras ilusiones. Recordemos lo escrito en otro artículo aparecido en estas páginas: Pensar era “actividad cerebral no hecha de forma rutinaria que requiere esfuerzo”. Retomemos por un momento esta definición y apliquémosla a la memoria. Hagamos ejercicios para estimularla: recordar números de teléfono, nombres, calles, recetas, fórmulas.
Una sencilla explicación nos ayudará a entender la importancia de la repetición. Si realizamos un paseo por el campo, pisamos la hierba, a las pocas horas o al día siguiente, esa hierba se ha recuperado. Pero si volvemos a pasar al día siguiente por ahí, va quedando marcado un pequeño camina. Si repetimos el mismo paseo una y otra vez, imprimimos nuestros pasos sobre las huellas de los días anteriores: “hacemos caminos”, habremos grabado la información.
Apliquemos este ejemplo a nuestra memoria. Unos tienen más capacidad que otros para memorizar. Algunos tienen más facilidad para el cálculo pero no para recordar historias. Otros recuerdan las caras, los lugares. Pero todos podemos ejercitar la memoria y ello implica actividad cerebral que requiere esfuerzo.
Cuando hablamos de ejercicio casi siempre lo asociamos al cuerpo, pero no sólo nuestro cuerpo tiene que estar en movimiento sino también nuestra mente. La memoria, los pensamientos, los recuerdos deben de ser ejercitados. Los músculos tienen la capacidad de contraerse, de estirarse, de adaptarse, pero si no se usan se atrofian, perdiendo su función , menguando por tanto nuestra calidad de movimiento. Usemos ese ejemplo para entender el funcionamiento de nuestra memoria. El ejercicio mental es muy beneficioso. Salud
Debe estar conectado para enviar un comentario.